Salutaciones

Bienvenido, forastero, a estos parajes que intentan ser un espacio de reflexión, debate y expresión, libres de malicia y con deseos de dar a luz y compartir principalmente ideas y escritos diversos (perpetuados por la hermandad o bien citados de algún autor de interés común) que nuestra fraternidad considere algún aporte, esperando siempre vuestra participación.

viernes, 27 de abril de 2007

El último de los días

Caminar habría sido suficiente, mágico; habría sido casi perfecto. Caminar cuando los días se acaban, cuando las estrellas se mueren, cuando los dioses se suicidan era un lujo de vida. Era ser complices y amigos del propio viento , de la fortuna y de la nada que lentamente quedaba de manifiesto. Era un juego místico que en donde el númen y el cosmos se atraían, era parar el tiempo conscientemente y por las calles de un atribulado Santiago emprender el viaje que siempre quiso emprender.
Él no amaba caminar si no que la amaba a ella, la caminante indómita de la vida que sin lugar a dudas debía conocer la verdad. La amaba y la deseaba desde el momento en que vió la firmeza de sus pasos y le enseñó a caminar. Por eso, cuando la invitación se tornó mas holgada, y se convirtió en un café entendió que el último sol era ese, y que las palabras esta vez serían necesarias. El tiempo ya no era una colección de relojes y números inconexos jugando a ser la vida, el tiempo era un café y el café, el amor de su vida.

Entraron en una melancólica sala de paredes raídas, un lugar sin espíritu, sin ideas; una sala de pensamientos letanos, llena de oprobios al más puro de los sentimientos; era un cementerio de espíritus que lloraban al último de los cafés que podrían saborerar, era el antro inconsciente en el cual el silencio debería ser las palabras. Y así fue, como un par de nasciturus dejaron que el destino hablase por ellos, que los cafés no existieran y que ellos mismos fueran una mera excusa; hicieron que el tiempo transcurriera sin reparos, que el último de los días fuera el estar ahí sentados, mirados y quietos, como cuerpos inertes que sólo viven del recuerdo, fueron así dos entes en una sala que la vida les habría dado.
Él la amaba así, le besaba así, la desconocía así; sin tomar su mano, en un mesa al frente de ella con un par de servilletas arrugadas que hablaban del nerviosismo, de inventadas mariposas. Durante las horas más valiosas de su existencia le imploróal destino que oyese su canto lugubre, que recibiese su ofrenda de vida; pero ahí el sobreviviente del caos, de la guerra diaria entró.
Se sentó en la misma mesa que ella, la miró como él la miraba, la deseó como él la deseaba, y también tomo un par de servilletas para arrugarlas. Y así, en el último de los días, él también murió.

Hermano Galleta nº1 "A"

miércoles, 11 de abril de 2007

elucubraciones Duales

Era más fácil imaginarte sentada en una de las sillas a mi espalda, entre Mefistófele y La Boheme, más fácil no volver la cabeza y simplemente sentir tu cabello cayendo por los costados de tu rostro… todo más fácil que la soledad que se sentaba a mi derecha, como patético cuadro se presentaba todo: en una sala del Teatro, escuchando a una soprano de gastada laringe pero tú irrumpiendo nuevamente como La Maga, sacándome del metro para buscarte, sin esperanza, entre los rostros que circulaban afanosos.

Siento entre arrastrados chillones agudos pasos, tus pasos, lo sé, no necesito verte para empezar a recrear la escena... yo ignorándote, externamente al menos, pero cono todos mis sentidos puestos en tu tan cercana presencia, luego, el encuentro, mis pulsaciones aumentando precipitadamente, un mareo, respiro más rápido, y con una sonrisa irónica te digo: Sabía que estabas acá, sabía que hoy te encontraría, pero te lo digo con un parpadeo en mis húmedos ojos, pero sigue siendo más fácil sentir el momento anterior, el suspenso que me llena, de mirar atrás y encontrarte entre un montón de sombras y notas, luego en el encuentro, mirarte con sorpresa, sentir como todos mis signos vitales se alteran, y luego salir rápidamente, pasando por tu lado apreciando por unos momentos que sea tu intenso derredor, luego corriendo lejos desesperado. Me detengo. Angustiadamente vuelvo, tu sigues en el mismo lugar, sabiendo mi regreso, verte… quemarte los ojos con mi tragedia, quemarte entera con una mirada para quedar luego reducido a un bebé a tus pies, por solo un instante no ser nada bajo tu mirada.. y sigo rehuyendo el mirar atrás, pero miento, ya he mirado. Todo terminó, la sala se vacía, y siento como tus pasos se acercan lentamente, dejándote venir a mí como si no lo supiera, como si no me importaras, en una máscara impenetrable de concentración en la ahora ausente música, te paras a mi lado, yo, inmóvil, subyugado a tu presencia pero aún a tus ojos abstraído en el aparentemente interesante pliegue en la rodilla de mi pantalón, pero respirando hasta con mis poros del brazo izquierdo tu esencia a mi lado. Me tocas el hombro y a mí se me cae el resto del mundo, sin poder evitarlo levanto la mirada para encontrarte con la mirada fija en mí, luego tu mano acariciando mi rostro y yo simplemente paralizado… pero no estás... con un simple movimiento de cabeza destrocé toda la dulce realidad, que se va dejándome helado, hundido en mi silla desanimado. Salgo rápidamente a las ahora más grises calles a hundirme en un metro siempre demasiado lleno, a olvidarme.



Hermano Galleta nº 1 alpha